Libertad, transporte y tecnología

La  estructura de internet se ha construido en cimientos de libertad,  en lo económico y lo jurídico, porque la innovación y el emprendimiento tecnológico no pueden prosperar en un sistema con alta intervención estatal. 

En clases de derecho he consultado a mis estudiantes si consideran que si internet y las grandes empresas tecnológicas pudiesen haberse desarrollado tomando a Costa Rica como base: la conclusión es un contundente no. El motivo es sencillo y es que el ordenamiento jurídico estadounidense da mayor libertad a los emprendimientos tecnológicos de los que podrían tener en Costa Rica, e inclusive en Europa, lo que promueve el emprendimiento, junto con sus riesgos, en busca de beneficios económicos y/o la transformación de la sociedad. 

Si nos detenemos a pensar en cuántos hechos delictivos o lesivos de bienes jurídicos relevantes para la sociedad se dan a través del uso de plataformas tecnológicas creadas para fines nobles, podríamos concluir que en nuestro país abundarían iniciativas para prohibir estas plataformas o para proponer la creación de nuevas instituciones estatales lideradas por funcionarios que entienden poco de tecnología, que en cualquier escenario solo podrían obstaculizar la innovación tecnológica y la creación de prosperidad a través de esta.

La solución es ir creando un marco regulatorio de las TIC con mínima intervención estatal, en donde se promueva que las personas creen empresas que brinden soluciones a través de la tecnología, en respeto de los derechos digitales de los usuarios y donde el Estado sirva más como faro y menos como obstáculo.  Sin embargo, a nuestros políticos les podría dar un dolor de cabeza el solo pensar en un ordenamiento jurídico con mayor espacio para la libertad en el ciberespacio y desarrollo tecnológico, ya que reduce control al gobierno e involucra construir un sistema basado en la  confianza en el ciudadano y la empresa, más propio de democracias prósperas.  Lastimosamente, vivimos en un sistema que se basa en la desconfianza, la cual podríamos pensar que en Latinoamérica no es injustificada, pero poco abordamos la posibilidad que el propio sistema esté programando al ciudadano a actuar de la manera que se espera de este. 

La historia de las invenciones tecnológicas nos ha enseñado que una herramienta se crea con un fin y los usuarios encuentran mil formas de sacarles distintos provechos que nos traen beneficios a todos, por lo que es un error únicamente enfocarse en los malos usos que también sabemos son aprovechados por delincuentes. 

Las plataformas de economía colaborativa no son la excepción y aunque han revolucionado el sistema de transporte, con muchos beneficios para la sociedad, requieren una regulación mínima que permita disminuir los usos abusivos de esta tecnología y promover la creación de soluciones para los distintos problemas que tiene la sociedad.  


Lo irónico es que en nuestro país se busque una regulación para plataformas sin que primero se le brinde una oportunidad a los trabajadores del sector de los taxis rojos a contar con un mejor marco normativo que les permita  competir, prosperar y ayudar a revolucionar el sistema de transporte nacional. 

Los problemas de la regulación de taxis rojos. 

En nuestro país, el sistema de concesión de placas atrajo personas que buscaron aprovecharse de este para concentrar placas y/o hacer un uso distinto para el que fue creado por ley, pero principalmente fue una excelente herramienta para brindarle oportunidades de trabajo a familias que debido a este sistema han salido adelante económicamente.  El problema es que en la actualidad el sistema requiere una reforma urgente ya que cualquier taxista le podría decir que ya el taxi rojo no le permite asegurar el futuro de sus familias. 

Dentro de los muchos problemas, tenemos el sistema de tarifas controlado por el gobierno que ha permitido que desde un escritorio se hayan tomado decisiones sin comprensión clara de las necesidades del mercado y de las innovaciones tecnológicas que  se traen abajo la base del sistema. Por ejemplo, una tarifa de taxi se establece tomando en cuenta el recorrido del viaje, pero también los costos relacionados con el tiempo que el taxi vuelve vacío después de un viaje, 

lo que incrementa su costo y perjudica al usuario. Hace bastante existe una solución a este problema y es lo que les permite a las plataformas de transporte tener tarifas más competitivas: conectan usuarios con choferes en todo el país, por lo que mientras un chofer deja a un usuario en una ubicación le permiten aceptar un viaje para recoger a otro en una ubicación muy cercana, generando que gocen de lo que los taxistas llaman “rebotes”, que es captar usuarios en ese “viaje de regreso” por el cual ya otro usuario ya pagó.  

Por otro lado, el sistema de taxímetros se implementó para traer seguridad al usuario con respeto a la tarifa que iba a pagar, pero también es conocido que el fraude con las “marías” es muy común y ha servido para menoscabar la confianza en el gremio de taxistas.  ¿Pero por qué algunos choferes buscan hacer fraude? Una posible razón es porque muchos dueños de placas, que no  las manejan, les imponen cuotas diarias muy altas, que si no cumplen terminan en pérdida, por lo que estos buscan incrementar ilegalmente el monto de la tarifa y así poder ganar ellos. Lo curioso es que el sistema de tarifas no está pensado para esta realidad con dueños de placas que no manejan e imponen altas tarifas, por lo que más que un vehículo de prosperidad para choferes, lo está siendo para quienes pueden adquirir placas.  

Ante un sistema con muchas deficiencias es muy importante entender que quienes hacen fraude o se aprovechan de placas, son una minoría que trae desprestigio a todo un sector que se identifica en una marca común: el taxi rojo. 

El sistema de taxis es obsoleto y lo evidencia la disrupción tecnológica. 

Las plataformas tecnológicas de transporte en Costa Rica nacen en un claro irrespeto de la legislación vigente, pero en una mayor armonía con las necesidades del mercado y la generación de oportunidades para trabajar, lo que ha provocado que muchos ciudadanos abracen estas iniciativas, mientras los legisladores y gobierno se hacen de la vista gorda, dejando en inseguridad jurídica a choferes de las plataformas y a los taxistas que dependen de una regulación obsoleta.

En este sentido, si las debilidades del sistema de taxi son sus tarifas poco competitivas, los choferes que hacen acciones ilegales, las marías alteradas y el desprestigio de todo un gremio por las acciones de unos pocos, su verdadero problema es uno: la dependencia de la buena gestión de su marca colectiva por parte del gobierno. 

La falta de comprensión de esta problemática les hace pedirle al Estado que les cree una aplicación, la cual es administrada desde un escritorio en una oficina de gobierno, sin experiencia en tecnología y mercado, lo que de manera muy rápida generó lo previsible: la aplicación Batsë tiene pocos usuarios porque se ha promocionado poco, las tarifas siguen siendo poco competitivas e inclusive ante el primer fracaso el CTP valora hacerla obligatoria. 

Si el gobierno busca obligarlos a experimentar con ellos, su futuro dependerá de su buena gestión, por lo que los taxistas deben comprender que deben pedir liberación de los grilletes que les impone la regulación estatal y solicitar que:

  1. Liberen el sistema de tarifas y les permitan establecer las propias de acuerdo a sus propios criterios.   
  2. Se promuevan emprendimientos colectivos, como las Cooperativas, en donde puedan operar bajo una marca distinta a la roja, lo que permite que si los taxistas buenos dan un excelente servicio el mercado pueda premiarlos. 
  3. Liberen el código de Batsë, para que puedan crear sus propias aplicaciones y convertirse en una competencia real de otras plataformas tecnológicas de transporte. 
  4. Los libren de los cánones que se les imponen y tal vez sustituirlo por un pequeño porcentaje en el servicio que el Estado deba utilizar en la mejora del código de Batsë.
  5. Financiamiento para sus emprendimientos colectivos.

La ventaja competitiva que tienen los taxis al poder recoger a cualquier usuario en la calle y la ventaja que permite el abuso que hacen las plataformas tecnológicas con la tarifa dinámica, hace que puedan convertirse en un servicio en el cual los usuarios pueden tener mayor seguridad con respecto a la tarifa que puedan pagar con uno o varios servicios de taxi (ya no rojos). 

La libertad del grillete estatal les permitirá incursionar de manera más rápida otros campos del transporte emergente como podrían ser: 

Cooperativas de mujeres taxistas: para mujeres que solo quieren viajar de manera más segura. 

Vehículos eléctricos: para usuarios que quieren que su transporte tenga poco impacto en el ambiente. 

Limosinas y transporte de lujo: para usuarios que quieren que su transporte refleje la imagen corporativa o personal que quieren proyectar. 

El cielo es el límite cuando promovemos un marco normativo que promueva libertad para trabajar. 

José Adalid Medrano
Abogado especialista en derecho informático. 

s: www.adalidmedrano.com
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